Viviendo en las ciudades, tomando nuestro coche o el transporte público para ir al trabajo, seguimos encerrados.
Trabajamos en espacios que a menudo están cerrados con luz artificial sin vista a las zonas verdes.
Además, en el torbellino de la vida, a menudo estamos bajo presión y siempre corriendo tras el tiempo. Esta realidad nos ha llevado a lo largo de los años a desconectarnos de la naturaleza, a perder nuestros puntos de referencia primarios.
Sin embargo, la naturaleza debería ser la prioridad principal en nuestra vida diaria.
Una de las formas de recuperar el sentido de la vida es practicar regularmente la caminata en el bosque.
Este contacto con la naturaleza nos permite sentir una libertad que a menudo se utiliza en exceso en nuestras sociedades occidentales.
Deambular, contemplar, pasear por sí mismo, desarrolla una sensación de bienestar y energía positiva.
Caminar en la naturaleza es reconocido hoy en día como una verdadera práctica terapéutica.
Según varios estudios científicos americanos y japoneses, se ha demostrado una disminución de la agresividad, una disminución del estado de depresión y un aumento de la vigilancia en los participantes del grupo estudiado.